Las cosas no ocurren por casualidad. Soy consciente de esto desde hace mucho tiempo, y cuando viajo, momento en que mi percepción se agudiza, observo que este pensamiento se materializa en la realidad que me rodea.
Seguramente estar con los cinco sentidos abiertos a la sorpresa, a lo espontáneo, a lo que tenga que ser, afina el sexto sentido que generalmente tenemos menos presente.
A lo largo del periplo argento, en varias ocasiones brillaron algunas luciérnagas captando mi atención y conectándome con ese instante o con otros que, pese a no ser el mismo, quedaban claramente conectados a los momentos en que aparecieron.
Tomando un té en la cafetería del aeropuerto de Estambul, justo antes de embarcar rumbo a Buenos Aires en el inicio del primer viaje. Un guiño a vivirlo con los poros abiertos, descansando en la confianza para saltar a la zona de la magia (12/03/2014).
San Martín de los Andes (15/04/2014).
Antes de hacer una parada en Venado Tuerto, tras la etapa del sur argentino, subiendo desde San Martín de los Andes (15/04/2015).
En el hostel La prisa Mata (un nombre muy sugerente), en Salta. Comienza la visita a la región de la Quebrada de Humahuaca y los Valles Calchaquíes donde parece que el tiempo se detiene y los pasos se ralentizan movidos por la tierra rojiza y polvorienta (24/04/2014).
En una pared de las calles de Tilcara, justo el día que viajaba hacia la Provincia de Córdoba. Luego supe que había sido como una advertencia a largo plazo (02/05/2014).
Esta vez en la cafetería Martínez en Salta, antes de partir hacia Córdoba. La última etapa del viaje nómada que me invitaría a volver a Argentina varios meses más tarde (03/05/2014).