Ayer pensé que esta mañana sería un buen día para levantarme temprano e ir a ver salir el sol a la playa. Por la noche recordé que había escuchado que hoy iba a llover. Miré la previsión del tiempo y efectivamente: entre un 85 y un 95% de probabilidad de lluvia.
En la costa mediterránea son muy comunes estas lluvias al final de verano. Bueno… en realidad serían más típicas del otoño, pero con esto de que el tiempo va cambiando, los patrones tradicionales se modifican. De repente un buen día se pone a llover a cántaros y las calles se inundan. Corren ríos en las ciudades y los caminos se anegan desbordando los campos.
Es curioso: deseamos que llueva para aliviar un poco el calor del verano y cuando lo hace, las lluvias caen sin medida y entonces decimos que es un desastre. Claro, sería estupendo pedir lluvias y que cayera agua finita durante varios días, para que le diera tiempo a la tierra a drenarla, para poder pasear tranquilamente sin correr de un lado para otro. Pero las cosas no ocurren exactamente tal y como deseamos que lo hagan.
Así que hoy elijo sentarme a escribir disfrutando del frescor y el sonido que me regala la lluvia.
Hace poco hablaba con una amiga sobre cómo nos va la vida. Hablábamos de las cuestiones que dependen de nosotras, de aquellas en las que nosotras podemos incidir. Y también de aquellas otras que no responden a nuestras querencias. Las que se van sucediendo al margen de nuestra intención. Hablábamos que, a veces, sentimos desarraigo por andar de un lado para otro tratando de construir la vida que queremos para nosotras. De un lado a otro geográfico, pero también de un lado para otro en relación a aquello que hacemos. Mi amiga me decía que últimamente se había dado cuenta de que, a pesar de sentirse nómada en el estar y en el hacer, había descubierto que su centro está dentro de sí misma. Que ahí es donde está su casa.
Esté donde esté, y esté en lo que esté, lo cierto es que siempre estoy en mí.
Ha parado de llover y mientras llovía elegí sentarme a escribir a la luz del frescor y del sonido del agua cayendo. Ahora elijo salir a dar un paseo a ver qué olores ha despertado esta lluvia que no esperaba.
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