El tiempo no me pertenece. O tal vez sí 🙂
De lo que sí estoy segura es de que el tiempo horario, el que marca el reloj, no me pertenece porque no lo puedo controlar. Como tampoco puedo gobernar nada de lo que se rige por esta pauta. El paso del metro por una estación, una cita con alguien, el tráfico a la hora punta… Cualquiera de estas situaciones está sujeta al tic tac del reloj y, lejos de parecernos que está totalmente estructurada, que es perfectamente previsible, en realidad no lo es. Es justamente esta rígida sujeción la que hace que cualquier mínimo imprevisto, haga tambalear todo aquello que hemos previsto en su relación.
Hace unos días, regresando de Tordera de visitar a una parte de la familia, me dirigí a la estación de tren. Salí con tiempo para seguir la tónica de no estrés que estaba disfrutando en las últimas horas. Al llegar a la estación, con 15 minutos de adelanto, me llamó la atención la cantidad de gente esperando. Cuando llevaba esperando casi 20 minutos después de la hora hipotética de paso del tren, empecé a entender. Un escape de gas entre dos estaciones había provocado retrasos en la circulación. De repente el tiempo horario había dejado de pertenecerme y lo perfectamente previsible, se tornó en totalmente incierto.
Aún no sé qué es exactamente lo que me mueve a actuar con calma y respirando lo que vivo en esta segunda mitad de mi vida, pero esta vez también me fue relativamente sencillo pararme y observar. Sonrío cuando escucho decirme a mí misma «bueno, a ver qué va pasando».
Habían pasado casi tres horas desde que había llegado a la estación y aún no había cubierto la mitad del viaje a Barcelona donde tenía que coger otro transporte que, en ese momento, tenía aún por determinar porque el autobús que partía rumbo a Valencia ya lo había perdido.
Respiré.
El tiempo que marca el reloj no me pertenece. Pero… ¿y el tiempo que de repente se me regala fuera de lo que tenía previsto? Hacía 20 minutos que había partido el autobús desde la estación de Barcelona Nord hacia Valencia. Ya no llegaba a cogerlo. «¿Y ahora qué?» – me pregunté. «Pues ahora elijo* disfrutar de la vista del mar que me acompaña a lo largo de casi todo el recorrido hasta la ciudad condal. Elijo disfrutar del libro que me traje a este viaje y escribir sobre lo que hoy aprendo para compartirlo contigo. Elijo ir directamente a la estación de tren Barcelona Sants para ver qué otras opciones para moverme a Valencia tengo. Elijo, en definitiva, disfrutar de este tiempo que me he encontrado en el camino sin pedirlo y que me ha sido regalado con tanto acierto».
El tiempo marcado por el reloj no me pertenece. Sobre lo que sí puedo decidir a voluntad es sobre el destino al que dedico el tiempo que vivo.
________________
Què bonic és gaudir del pas del temps, sense fer res, en volta de posar-nos de mal humor pel que ha passat (i no hem pogut controlar).
En realitat és un regal que em de rebre amb gran satisfacció.
Estar quiet, amb la ment sense pensaments, sols sentint que estem vius i que l’univers existeix al nostre voltant.
Gràcies per les teus paraules, Roc 🙂
Sí, permanèixer quiet, sense FER res, només ESTAR PRESENT és quasi màgic. Eixa és la màgia que costa poc d’atraure quan ets a la natura. Allà on no hi ha res per a distraure-nos. Per a mí el repte es aconseguir la mateixa sensació al mig de la velocitat, a la ciutat… Eixe és el repte per a mí fins i tot sabent que tot és el mateix món (natura i civitas).
Continuem aprenent.
Forta abraçada
María, que bueno es que la vida nos ofrezca esas oportunidades para poder desaprender…!!!
Me temo que nuestra cultura nos manda continuamente el mensaje: Vivimos por el tiempo, somos el resultado del tiempo. Nuestra mente es el producto de experiencias pasadas…. y el presente es únicamente un trasiego del pasado hacia el futuro. Nuestro ser y nuestros pensamientos son el resultado del tiempo… no hay pensamiento sin memoria.
Nos han enseñado que el tiempo es necesario para cualquier tipo de movimiento (ya sea físico o mental)….. pero esos momentos de sosiego que todxs tenemos, donde la mente está serena y no busca respuestas ni soluciones ( sea en la Ciudad Condal o en la tienda de la esquina …) creo que nos permiten captar lo que es verdadero y dar un empujón a esa transformación personal que buscamos. Podemos sentir como ese fluir tampoco es asunto de tiempo…
Y lo que sí que me pertenece, es la decisión para poder transformarme aquí y ahora… no mañana. 🙂
¿Verdad?
Nuevamente la atención. Esa es la clave para no dejarme arrastrar por la inercia. Por… no sé si lo fácil, pero sí lo que me viene casi de manera innnata.
¿Te acuerdas?: donde pongo la atención, coloco mi intención y es justo ahí donde construyo mi realidad 🙂
Caminante no hay camino, se hace camino al andar 😉