Desde hace unos días, en los que vivo emociones intensas, siento que mi cuerpo me está hablando. Dolor de estómago y angustia son los dos síntomas más claros de que hay algo por aquí dentro que no logro digerir o que me estoy obligando a tragar aunque en mi fuero interno ya sé que no quiero hacerlo.
Una vez, una personita a la que quiero mucho, me dijo «cuando no sepas qué hacer respecto a algo, pregúntale a tus tripas, ellas siempre te dicen qué es lo que verdaderamente quieres y/o necesitas». Y es que los miedos, las dudas, los «y si…» los pone la mente. La lógica pensante. El cuerpo me habla realmente de quién soy (gracias por el matiz, Josefine 😉 )
Y es aquí donde, de nuevo, aparece ante mí ese par de verbos que tan difícil me resulta alinear. SER y HACER. No soy por lo que hago o tengo. Soy porque soy. Sin más. O nada más y nada menos. Es mi pensamiento el que muestra una habilidad especial para añadir ingredientes que velan mi yo auténtico. Lo sé. Lo veo venir. A veces con antelación y otras cuando ya lo tengo encima a través de sensaciones evidentes que me dejan fuera de órbita con la idea de que pare a ver qué me está pasando.
Ayer fue una de estas veces. Después de dos días de malestar, finalmente mi cuerpo dijo «si no me miras por voluntad propia, encenderé todos mis reflectantes para que te rindas a lo evidente». Y vaya si me rendí.
No ha pasado nada distinto de otras veces: me doy cuenta de que las señales de alarma saltan porque hay algo que me hace ver que no estoy siguiendo la coherencia entre el hacer y el ser. Y claro, cuando es una alarma tan potente en forma de señales tan evidentes, hay que ser muy tozuda o ignorante para no pararse un instante y decirse: «bueno, ¿y si pruebo a ir por ahí a ver qué pasa?».
Hasta aquí, muy bien. Pero entonces me asaltan los miedos, las dudas alimentadas por mis propias creencias limitantes, las incertidumbres, las inseguridades…
(…)
Mientras escribo esta entrada me doy cuenta de que las palabras cargadas de ilusión y conectadas con la voluntad de seguir los impulsos están ahí, latiendo. Y también me doy cuenta de mi tremenda habilidad para añadir los «y si» famosos. Así que voy a aprovecharme de esta habilidad y voy a darle la vuelta. Vamos allá. ¿Y si acepto que mis miedos e incertidumbres están ahí, los llamo por su nombre y les propongo no llevar las riendas de mi vida?. ¿Y si camino poniendo el foco en construir lo que me palpita?
¡Vamos allá! 🙂
__________________
*Arriésgate
Adelante!!! Allá vamos!!!! 🙂
Vamosssssssssssssss que nos vamossssss 😀
Mujer!!! Acepta tus miedos…. Integralos a tu vida y no dejes que te paralicen. Respira y sigue adelante con lo que te grita tu estómago!!! Te dije que te quiero???
Seguramente… Yo también te quiero, amiga 🙂