Me iría lejos. Muy lejos.
Lejos de este no saber a dónde ir.
Bien lejos.
Tanto como para perder de vista el por qué me voy.
O tal vez un poquito más cerca.
Lo suficientemente cerca como para sentir que no me voy del todo. Por si acaso se me ocurre volver.
En cualquier caso, me gustaría tener claro a qué voy. Sea donde sea.
Me paro y respiro.
Respiro todo el rato. Obvio. Si no, estaría bien bien lejos.
Pero respiro sabiendo que quiero hacerlo.
Me da igual que suene a suspiro o a descanso.
Que huela a derrota o a aceptación.
Respiro mientras sigo pensando en irme.
Pero, ¿a qué voy?
Me gustaría tenerlo un poco más claro.
Simplemente para descansar de seguir buscando una razón.
Entonces podría irme tranquila.
Sosteniendo firme en mi mano la brújula que va marcando mi norte.
El norte que yo he elegido. Ni uno inércico ni otro que venga de fuera. El mío propio.
Pero bueno. Qué va a ser.
Estoy lista para seguir.
Para atravesar lo que haya de ser.
Sea lo que sea que hay preparado para mí.
Ahora sé a qué voy.
No tiene forma concreta.
Pero sé a qué voy.
Voy a mi propio encuentro.
Por eso me da igual que el destino esté más cerca o más lejos.
Que tarde más o menos en llegar allí.
Eso es indiferente.
Porque cuando llegue, sabré que he alcanzado el mismo lugar sin necesidad de tanta respuesta. Haber llegado será suficiente.
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Estas líneas me las inspira una amiga que vive muy muy lejos. Ni San Google es capaz de calcular la distancia kilométrica entre un pequeño pueblo del interior de Castellón, en España, y un pueblo, no tan pequeño, de la provincia de Santa Fé, en Argentina. A nosotras nos da exactamente igual. Porque, como ya venimos diciendo, la distancia no la marcan los kilómetros, sino que la marca el corazón. Y es así como a esta persona que habita tan tan lejos geográficamente hablando, que la siento tan cerca. En realidad tanto que, a medida que pasa el tiempo, empiezo a sentirla más bien una hermana de vida.
Te quiero, por «seguir yendo» y por mucho más 🙂
Abrazo gigante queriéndote en muchos de los rincones en los que voy creciendo 🙂