Silencio, se rueda.
Se hizo el silencio.
El silencio es tan intenso que no se escuchaba ni el aleteo de una mosca.
Expresiones que contienen brotes de silencio en su columna vertebral. Sin embargo, ¿es el silencio algo más que la ausencia de ruido?
(…)
El silencio como ausencia de ruido.
A veces tan evidente como en ese espacio de tiempo entre las cinco y las seis de la mañana, una hora en la que todo calla a la vez.
Un instante de una hora de duración en el que ni siquiera se oye el engranaje que hace girar este mundo. Yo lo llamo el silencio blanco.
El silencio como la expresión más próxima a la nada.
O, tal vez, como manifestación más acertada de lo que implica el todo.
¿Sinónimo de ausencia de ruido?.
Es posible. Pero el ruido no traducido en decibelios, sino como identidad de distorsión, de separación.
El silencio, de esta manera, se acerca a algo más parecido a la conexión.
En ausencia de elementos que distorsionan, que desvían la atención, que separan del centro, el silencio conduce a conectar con la intuición. Con lo que resulta esencial.
Una vez establecida la conexión, lo demás, por muy ruidoso que le parezca al oído, pierde relevancia.
De este modo, descubro momentos de silencio en una sala de embarque, donde están anunciando constantemente la llegada y la salida de vuelos.
Incluso considero la posibilidad de vivir momentos de silencio mientras viajo en un autobús abarrotado de gente, un lugar donde el silencio brilla por su ausencia.
Acallar los pensamientos.
Dejarlos ir y venir. Sin enganchase a ellos.
Dejar que barran la superficie de los surcos cerebrales. Nada más.
Resbalan sobre ella y no llegan a anclarse en ningún recodo.
Igual que llegan, se marchan.
Ésta es la magia que encuentro en el silencio interior, aún en presencia de sonido exterior.
El silencio como ausencia de ruido interior.
En estos fragmentos de tiempo de silencio interno, el cuerpo permanece elástico, sin contraerse.
La respiración no se altera. Mantiene una cadencia constante.
Dentro, existe espacio para una sonrisa.
Puede traducirse en un gesto o no.
Lo que sí es seguro es que las facciones se suavizan.
El silencio como ausencia de ruido, de barullo interno.
Un silencio que se traduce en un estar sosegado.
En un estado de alerta presente.
El ruido de fondo se desdibuja llegando, incluso, a perderse.
El silencio en la ausencia de silencio.
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Foto: Digna María Muñoz (Proyecto «en otro lugar»)
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