«Sea el alimento tu medicina,
y la medicina tu alimento»
(Hipócrates)
Supongo que ha sido desde siempre, pero de un tiempo a esta parte, soy más consciente de que existe un mecanismo en la vida en el que está involucrado un flujo de energía y que tiene un efecto claro en el estado de bienestar y de salud de nuestro cuerpo, mente y espíritu.
Este mecanismo es el que me explica por qué hay épocas en las que me siento más pletórica, con capacidad creativa rebosante y en las que la gestión de las incertidumbres me resulta más sencilla de implementar. Y también el hecho de que hay otros períodos en los que muchas situaciones se me hacen cuesta arriba, no me siento tan creativa y, con frecuencia, de un grano hago una montaña.
¿Qué sientes que te aporta energía
y qué identificas como ladrón de la misma?
Las personas somos cíclicas, es cierto. Y conocernos en nuestros ciclos nos da permiso para respetarnos cuando necesitamos ritmos más tranquilos o introspectivos, y aprovechar nuestro impulso y ganas de “salir hacia afuera” o de materializar, cuando se da.
Por otro lado descubro que hay elementos que catalizan o facilitan el camino en la vida. Y otros que tienden a provocar bloqueos o dificultar el avance.
Me refiero a elementos cotidianos, con los que convivimos todos los días.
Lo cierto es que constituyen el combustible del mecanismo energético del que he empezado a hablar.
Seguramente experimentas que hay relaciones que te nutren y otras que te desgastan. Las relaciones forman parte de nuestra alimentación primaria. Nos restan o nos aportan en el plano emocional, un plano que también alimentamos.
Y es posible que puedas identificar lugares que sientes que te recargan las pilas y otros que los integras como “ladrones” de energía.
Este efecto también ocurre con los alimentos.
Quizá no nos planteamos la posibilidad de que existan alimentos realmente nutritivos, y alimentos que suponen un aporte “vacío” de energía, pero lo cierto es que no todo lo que comemos nos nutre.
Y lo que nutre a una persona, puede desgastar a otra y viceversa. Aquí es importante respectar la bioindividualidad de cada una.
Me gustaría ahondar un poco más sobre esto.
Si se te despierta la curiosidad y quieres investigar, te cuento mi experiencia del último año por si te sirve de inspiración para iniciar tu propio proceso de autoobservación en este sentido.
El año pasado, durante el proceso de recuperación de una operación, decidí acompañarlo de otro en el que mi intención fue prestar atención a qué alimentos podía incorporar en mi dieta para que me ayudaran a restablecer el equilibrio del organismo, y cuáles era mejor dejar de ingerir porque, no sólo no me aportaban en sentido positivo, sino que me debilitaban y/o dificultaban el proceso de recuperación.
Lo que empezó teniendo su razón de ser para sumar a mi proceso de curación, terminó despertando en mí la curiosidad al observar los resultados positivos que tenía en el bienestar y fortalecimiento de mi cuerpo. Luego me di cuenta de que los beneficios iban más allá, y que se contagiaban al estado de ánimo, al nivel de concentración e incluso detecté efectos a nivel de mi capacidad creativa.
No hice únicamente cambios en la alimentación, es cierto. Volver a poner en movimiento el cuerpo, o recuperar el contacto frecuente con la naturaleza, por ejemplo, también sumó.
Pero ya no me quedó ninguna duda de algo importante:
Prestar atención a lo que ingiero, me lleva a tomar conciencia de que tiene un efecto directo en las emociones y en cómo actúo en la vida.
Darme cuenta de esto, me llevó a tomar la decisión de empezar a integrar cambios duraderos en mi dieta, más allá del postoperatorio.
Ahora pasa algo curioso. Si me sigues desde hace un tiempo, ya sabes que escribo cada día un rato, lo he compartido otras veces. Me ayuda a ordenar ideas y a entender lo que siento.
Cuando me leo en lo que escribo y detecto cambios en el estado de ánimo, distinta capacidad de resolución de las situaciones e incluso diferentes maneras de pararme ante lo que voy viviendo, trato de recordar cómo es mi alimentación esos días.
Me gusta investigar. Crecí muchos años entre tubos de ensayo después de estudiar Ciencias Biológicas. De manera que con esto no iba a ser distinto 😉
La conclusión a la que llego es que ya sé qué alimentos me recargan de energía y cuáles me la restan, y esto veo que se correlaciona perfectamente con el estado de mi cuerpo y, por tanto con la calidad de mis pensamientos y emociones. Encuentro que todo está relacionado.
¿Te has parado alguna vez a ver qué es lo que te nutre?
Te leo en el hilo de comentarios 🙂
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Y… HOY QUIERO COMPARTIROS ALGO DISTINTO 🙂
Se trata de una propuesta para la práctica de la escritura intuitiva acompañando una semana de autoobservación de tu alimentación, y traer conciencia sobre esta parte de tu vida, abriendo la oportunidad de plantearte cambios en este aspecto que sientas te pueden conducir a un mayor nivel de bienestar.
Esta propuesta es en colaboración con Antonio Silvestro, consultor nutricional y experto en nutrición funcional.
Si tienes curiosidad por la propuesta y sientes que puede aportarte valor, podrás acceder al material que hemos preparado conjuntamente y presentamos en la página web de Antonio. Para ello, tendrás que registrarte en su membresía (Club Gente Saludable), teniendo también acceso a todos los materiales alrededor de la alimentación consciente que él comparte.
Deseo que te aporte valor 🙂
Gracias 🙂
Observando cambios, reacciones y no reacciones en alimentos que no han estado en mi dieta habitual pero que ahora estoy empezando a introducir intentando observar cómo se llevan con mi cuerpo.
Mil gracias por este post.
Disfruta del proceso de observarTE 🙂
Gracias a tí por tu receptividad.
Un abrazo, caminante.