De raíces latinas, la palabra “expectativa” significa “esperanza de que ocurra algo”.
“Ex-”: hacia afuera. “Spectare”: contemplar, ver con detalle.
El diccionario de la RAE afina un poco más, y en su segunda definición apunta “posibilidad razonable de que algo suceda”.
Esta entrada fue escrita en dos tiempos.
ACTO I.
El que espera, desespera. Ya lo dice el refrán. Y, aún diciéndolo y habiéndolo oído en numerosas ocasiones, continuamos esperando.
Esperamos el autobús. Y creamos la expectativa de llegar a tiempo.
Esperamos a tal o cual persona. Y dentro de nosotras crece la expectativa de que venga tal y como deseamos que lo haga.
Esperamos en una cola para hacer un trámite o para hacer alguna compra. Y generamos la expectativa de que la persona que nos atienda sea impecable en su trabajo.
Esperamos algo en particular, y nos mantenemos expectantes a que “el cómo” sea tal y como lo hemos imaginado.
(…)
Nos pasamos la vida esperando y, tal vez se nos pasa por alto el detalle de que, mientras lo hacemos, vivimos en una burbuja de ilusión.
Aferradas a algo que, por el momento no existe y, nada ni nadie nos garantiza que vaya a tornarse tangible. Porque, ¿y si no lo hace?
¿Y si no llegamos a tiempo? Porque entra dentro de lo posible. De las posibilidades razonables.
¿Y si la persona cuando llega no lo hace exactamente tal y como proyectamos? Porque una cosa es nuestra proyección sobre lo que será, y otra bien distinta lo que es, que no depende de nuestro parecer.
¿Y si cuando algo tiene lugar, no lo hace tal y como teníamos “previsto”? Porque prever es anticiparse, e ir por delante implica, la mayoría de veces, pasar por alto algunos detalles que no tenemos en cuenta porque sencillamente no han acontecido.
(…)
¿Cuán flexibles somos ante la posibilidad de que la realidad sea distinta a como la dibujamos en nuestra mente?
Y, para ir un paso más allá. ¿Cuál es la razón de nuestras expectativas?
¿No estaremos tratando de controlar demasiado? Porque siento que cuando lo hacemos, es precisamente cuando las que nos quedamos fuera de control somos nosotras mismas. Y nos tambaleamos. Lo incierto nos tambalea. Creo que es por esto por lo que construimos en nuestra mente imágenes de lo que puede llegar a ser.
Necesitamos “ver” algo para que la sensación de incertidumbre no sea tan grande.
ACTO II.
Tejer expectativas alrededor de algo en particular, me lleva a colocarme en un borde arriesgado.
Desde ese lugar, trato de anclarme a algo imaginario. Que no es. Que no tengo ni idea de si llegará a ser, pero que, desde luego, en este momento, no es. Esa es la característica de cualquier expectativa.
Deseo que suceda. Pongo mi atención en que así sea, en que tenga lugar, incluso, de una manera determinada. Pero, ¿qué ocurre si no tiene lugar o si lo hace en un formato distinto? ¿Tengo cintura para acoger la experiencia tal y como sea?
Crearme expectativas orquesta una estrategia concreta: separarme de donde estoy para proyectarme más allá. Esto no parece inquietante a simple vista. Se convierte en motivo de incertidumbre cuando pongo energía en ese pensamiento con demasiado empeño como para olvidarme de amasar el pan, como para sacarlo del cesto en el que lo coloqué y tomarlo entre las manos de la intención.
Intencionar es bien distinto de crearse expectativas al respecto de algo concreto.
“Tener la intención de”, apuesta por trabajar en ello. Por ponerse en acción en una determinada dirección. Por ser consciente de los elementos que una puede controlar y cuáles no y, teniendo claro esto, me pongo a caminar, independientemente del resultado.
Si en el momento de la resolución surge la forma que idee en un principio, será genial. Y si no es así, mirar el proceso me traerá el aprendizaje de ver a partir de qué punto retomar o qué ingredientes cambiar.
Tener expectativas me lleva a dejarme sola.
Intencionar me trae más cerca de acompañarme y esto diluye la sensación de pérdida de referencia.
Mi intención es escribir una entrada en el Cuaderno Nómada cada lunes. Esta, lleva tomando forma cuatro días y ve la luz hoy, martes. Quiero compartir si hay algo que tenga sentido para ser compartido. Si no hay nada para compartir con esta fórmula, suelto las expectativas de ser tan puntual y acojo la idea de que puede ser de otra manera sin que pierda valor.
Yo esperaba haber publicado ayer. ¿Esperabas un mail ayer en tu buzón de correo con una nueva entrada en el Cuaderno Nómada?
¿Sientes que hay algo en los tiempos que corren que te mantiene en alerta esperando que suceda algo en particular o de un modo determinado?.
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Foto: Jan Tinneberg (En: Unsplash).
Si siento que, yo estoy en un proceso de cambio,tiempo de Esperanza,tiempo de caminar buscando mi vereda, siento que este camino lo quiero andar en colectivo.Gracias por esta ayuda.
Hermosa manera de caminar, Jose 🙂
Seguimos compartiendo a través de las letras. Abrazo
Qué bonita y qué necesaria esta entrada, María. Para mí es uno de los grandes aprendizajes de vida, dejar de cerrarme en mis expectativas y abrir ventanas a la incertidumbre. Me gusta «tener la intención de»; recordar siempre la belleza de sentir el pan entre las manos. ¡Gracias!
Caminamos juntas, Lidia Luna. Agradezco ver en tí una auténtica fuente de inspiración. Un abrazo grandote, preciosa.