Esta mañana escuchaba a una amiga compartir sobre su sentir a raíz de la muerte repentina de un hermano.
De repente nos vi compartiendo sobre lo que nos moviliza experimentar una muerte cercana.
(…)
Me quedé pensando… Descubrí que no es solo la muerte, sino observar momentos en los que detecto que «morimos» en cierto modo, lo que me moviliza a dar una respuesta sencilla a una pregunta que, aparentemente, parece muy complicada: ¿a qué vine aquí?, ¿cuál es mi cometido?
Cuando experimento una muerte cercana, es obvio que me viene preguntarme sobre el sentido que tiene estar aquí. Experimentar la existencia. Cada cual la suya.
Pero también sucede cuando observo que alguien, incluso yo misma, se separa de lo que en realidad le da sentido a su existencia.
Cuando me separo de lo que en realidad palpita mi corazón, o lo que es lo mismo, de lo que mi interno desea para mi vida, salta un resorte dentro alertándome de esta separación y surge la pregunta…
En realidad ¿qué vine a hacer aquí, a esta vida?
La respuesta es sencilla y aplastante a la vez…
Vine a vivir.
Todos vinimos a vivir.
Nada más. Y nada menos.
Entre el vivir y el momento de morir… lo que ocurre en medio, siento que se convierte en accidental, secundario.
El meollo está en la vida y en la muerte en sí mismas.
El meollo está en la vida y en la muerte en sí mismas.
Lo demás es relleno. Puede ser de una manera o de otra. No tiene la menor importancia (aunque nosotros se la demos toda…)
Si lográramos integrar realmente que vinimos a VIVIR, con mayúsculas, todo sería más fácil porque lo demás sería pura anécdota.
Podríamos, incluso, convertir esa idea en una suerte de brújula.
Lo que nos invite a vivir, bienvenido sea.
¿Y qué trae de la mano vivir?
Lo que nos genere expansión.
Alegría.
Conexión.
Apertura.
Despliegue.
Acoger.
Sumar.
Aportar…
Lo que suene a muerte antes de tiempo, elegiría dejarlo fuera. Fuera del todo. Ni siquiera para cuando llegue el momento.
Contracción.
Reducción.
Parálisis.
Cierre.
Caras largas.
Resignación.
Empequeñecimiento.
Restar…
Todo lo que suene, huela o sepa a algo de esto, elegir dejarlo fuera de mi radio de acción, fuera dela toma de decisiones.
Sería más sencillo funcionar con este tipo de brújula.
En nuestro paso por este lugar que es la vida, tenemos dos opciones: vivir a cada instante, o ir muriendo un poco a la luz de cada vez que elegimos conformarnos, asumir o abandonar la idea de acercarnos un poco más a lo que nos hace sentir más vivos.
Todas las personas que estamos aquí, elegimos vivir en un momento dado. Por eso estamos aquí.
La cuestión es: ¿seguimos eligiendo vivir, sencillamente, sin nada más (y nada menos) que honrar nuestra elección en el principio, o elegimos morir alimentando la idea de que «no hay nada que hacer», «podríamos hacerlo mejor», «si fuera de otro modo…» o «sería estupendo pero para mí no es posible»?
Vivir implica mancharse,
mojarse,
atreverse,
intentar,
apostar todo a aquello en lo que una cree.
Confiar y, por supuesto, levantarse y ponerse en movimiento.
Cuando experimento una muerte cercana,
cuando observo que alguien (o yo misma) hace amago de conformarse y se queda en la queja,
refresco la evidencia de la idea de impermanencia,
el sentido de la levedad del caminar humano,
y la importancia de vivir a cada instante.
Bello y oportuno texto. Sincrónico luego de llegar de un velorio. Gracias por escribir
Agradecida si estas palabras te acompañaron, Silvia. Un abrazo, tejedora de historias 🙂
Siii… Yo también elijo Vivir…!!!
Gracias María por esa estupenda manera de mirar y saber compartirlo …
Agradecida de que estés al otro lado del papel.
🙂 Abrazo y buen fin de semana.
Buenísima esta reflexión María. Cuántas creencias mentales arraigadas e inconscientes nos empujan a morir cada día, confundidos, agotados, desorientados sin saber o sin creer que simplemente se trata de Vivir.
Solo se trata de eso. Qué bueno que vayamos siendo conscientes.
Feliz de caminar juntas esta vida.
Gracias, amiga, por ser fuente de inspir-acción constante.
Abrazo grandote.
Me hiciste hacer balance.
Salió bien.
Grcaias por invitarme a reflexionar. Genial.
Buenísimo si sirvió para mover a repensar. Y más buenísimo aún si ese repensar te mueve a generar movimiento alineado con ese VIVIR en mayúsculas.
Un abrazo.
Gracias otra vez por invitarme a arriesgar para VIVIR, sin embargo he de confesar que no me es nada fácil hacerlo, simple y sencillo es pero no fácil.
Sigo en ese «empeño» vital, el más nuclear de todas los asuntos en los que pueda empeñarme. Sin duda
Hola. Profundo tu compartir. Gracias por visibilizar.
Sí, siento que no parece sencillo. Sin embargo empiezo a entender que, muchas veces, somos las propias personas las que nos complicamos la vida. Y que la mayoría de esas veces tiene que ver con condicionamientos externos (culturales, sociales…) O internos (de creencias).
Por eso siento que se trata de un camino de desaprendizaje o reaprendizaje. Atrevernos a empezar a vivir de otra manera: a la escucha de nuestro cuerpo, de lo que le hace bien, cosa aparentemente tampoco sencilla porque esto implica muchas veces «romper» o soltar dinámicas de funcionamiento bien arraigadas.
En proceso… 🙂
Seguimos caminando.
Un abrazo grandote.
Hola María
Una vez leí una frase en un muro que me pareció muy certera:
«Es peor dejarse vencer por la vida que dejarse vencer por la muerte»
Siempre he vivido la muerte de cerca desde la infancia y en la adolescencia, aunque es la parte final de la vida, no admito verla como un hecho natural, porque nos aparta de lo único verdadero que tenemos, la vida. Es un hecho inevitable que cuando llega te alcanza y te arrebata el propio ser.
Pero como bien dices, venimos a vivir y lo mejor es hacerlo de la forma más honesta y coherente con nosotros mismos, para sentirnos bien y a su vez hacer felices a las personas que nos rodean. Escucharnos ir eligiendo cual es el camino que nos acerca a ser felices, con quienes nos sentimos felices, qué nos motiva a seguir viviendo con alegría y a corazón abierto…
Un abrazo grande amiga
«Vivir a corazón abierto», qué manera más hermosa y contundente de promulgarlo 💚
La vida y la muerte como parte del mismo caminar. El nuestro. Cada cual el suyo. Honrar cada una como parte de un mismo proceso.
Abrazo, amiga.