Mis compañeros de aventuras son un bolígrafo y un cuaderno. Lo cierto es que son los primeros que entran en mi bolsillo o mochila cuando salgo por la puerta, descansando hasta entonces en mi mesita de noche dispuestos a responder a un momento de inspiración que suele presentarse sin avisar.
¿Cómo descubrí cuál es mi estilo?
Algunas personas me preguntan qué tipo de textos escribo. Con qué corriente literaria me identifico o qué estilo tengo. ¿Y sabes cuál solía ser mi respuesta? “Pues no sé. Simplemente escribo lo que viene a mí. Trato de dibujar con palabras lo que me vive por dentro”.
Un buen día cayó en mis manos “el camino del artista”, un libro de Julia Cameron en el que la autora propone un proceso de varias semanas para vertebrar una experiencia de reconexión con la parte creativa que todas las personas llevamos dentro. En su propuesta, plantea varias herramientas de trabajo, y una de ellas son las “páginas matutinas”. Julia invita a escribir en automático tres páginas al iniciar el día con el objetivo de que esta práctica contribuya a conectar con nuestro yo creativo. Empecé a aplicar esta técnica diariamente y me dí cuenta de que no me costaba mucho hacerlo porque respondía muy bien a mi manera natural de escribir: dejar que saliera lo que quisiera salir al escenario del papel, sin filtrar por la mente, sin censurar ni juzgar. Tratando de no detenerme a revisar hasta no haber acabado. Fue entonces cuando me percaté de lo útil que es esta forma de escribir porque me permite hacer consciente (trayéndolo sobre el papel) aquello que también forma parte de nosotras aunque no nos resulte evidente a “simple vista”.
Parece mágico. Pero en realidad no lo es. La escritura automática es una herramienta que permite tomar conciencia de lo que habita en la “cara oculta de nuestra luna”, aquella que no vemos, pero que forma parte de nosotras igual que lo hace la cara visible.
Después de Cameron llegó Natalie Goldberg con “el gozo de escribir”, proponiendo distintas técnicas para poner en practica la escritura intuitiva y desarrollar la capacidad de hacerla propia.
A partir de ahí, todo sucedió en cascada: más libros de ambas autoras, conocer la existencia de otras personas que implementan la escritura como herramienta de acompañamiento en procesos de revisión personal, autodescubrimiento y reescritura vital, etc.
Conectar con la propia intuición
Conceptos como escritura automática, escritoterapia, terapia narrativa, escritura terapéutica o escritura en tribu empezaron a resonar dentro de mí. Fue entonces, también, cuando la idea de escribir para conectar con la propia intuición cobró sentido en mi práctica, y cuando supe que éste era el estilo con el que me identificaba.
Releí algunos de mis textos y me di cuenta de que aquellos que habían sido escritos fuera de la mirada censora de la mente, que habían surgido directamente desde dentro, eran aquellos que transmitían más y mejor. En ellos viajan claves para entenderme y me sirven de aliados para conocer aspectos que me son propios y que, a través de la razón, no alcanzo a ver.
Tal vez suene un poco difícil de entender, pero con la práctica, cada cual puede hacerse una idea de lo que este tipo de escritura le puede aportar.
Ésta es justo una de mis intenciones: compartir algunas técnicas para tomar contacto y desarrollar la habilidad de la escritura intuitiva y que cada persona pueda hacer suya esta herramienta como vehículo de expresión creativa y de autoconocimiento si así lo decide.