Todos soñamos alguna vez con hacer un gran viaje. Distintos paisajes han visitado mi pensamiento imaginándome recorriendo despacio lugares increíbles y conociendo la esencia de las culturas que los habitan.
Pero Argentina ocupa un lugar especial. Seguramente porque hasta 2013, cuando empecé a pensar en serio en regalarme la oportunidad de hacer un viaje sola fuera de la península, ya había visitado el país en dos ocasiones y en realidad sólo conocía un pequeño rincón de las Sierras Chicas de un gran país en el que dicen que caben 5 penínsulas como la Ibérica. Así que pensé que sería una buena idea visitarlo de nuevo ampliando el recorrido.
A finales del año 2013, después de abrir un antes y un después en un periodo de mi vida de más de veinte años que ocupé en el ambiente de la academia y rodeada de tubos de ensayo, compré un billete de ida y vuelta para iniciar la aventura en Marzo de 2014.
Me imaginé este viaje de un sinfín de maneras: con objetivos y sin ellos; con algunos lugares que no quería perderme, sin ninguna parada fijada en el mapa; con guía de viaje en el bolsillo y sin ella. Leyendo mucho antes de ir sobre posibles lugares a visitar, luego dejando que todo fuera. Haciendo contactos antes de viajar para tener lugares en los que parar, abriéndome a la posibilidad de que estos contactos se fueran sucediendo a medida que caminara la república. Cambié muchas veces de parecer y, finalmente, aunque reconozco que me costó luchar con ese duendecillo interior que trata de que todo lo lleve atado y bien atado no sé muy bien para prevenir qué, decidí abandonarme a lo que espontáneamente fuera sucediendo.
Metí el billete y una guía del país que me prestó una buena amiga en la mochila, anoté en un cuaderno lugares que no me quería perder y dejé que la ruta se fuera dibujando a medida que la fuera caminando. “Andando y viendo” – pensé. Fue todo un aprendizaje para mí, acostumbrada a planificar bien cada paso de lo que había ido viviendo hasta ese momento y no dejando mucho espacio a lo que los lugares y las gentes me iban sugiriendo internamente.
Salí de Valencia con una idea que se fue reforzando a medida que fueron pasando las semanas: no hay mejor manera de viajar que irse parando en el lugar que una decide parar cada día y escuchar qué le dice lo que ve, lo que palpa, lo que siente. En esa escucha está la respuesta a si se quiere permanecer, o si se quiere cambiar de lugar. Si se quiere viajar más despacio, o pasar de puntillas. Si se quiere estar en movimiento y transitar la vida, o se quiere una detener y mirar cómo la vida pasa. En cualquier caso, sólo dejando la posibilidad a ambas, pienso que me aseguro de que la vida me atraviesa y que no atravieso la vida sin más.
Para mí supuso pararme para empezar a funcionar de un modo que no me era natural, no sólo a la hora de viajar sino en la vida en general, y reconocer que hasta entonces caminaba la vida con el sentimiento de que me mostraba poco permeable a lo que iba viviendo.
Vaya… he ido a dar con la entrada más acertada en estos momentos para mi… “andando y viendo”: mi frase favorita! Maravilloso blog, Danagawida… y que se sigan cumpliendo tu sueños.
Un abrazote.
He leído estas palabras del Sueño y he sentido que expresaban, un sentimiento quizá común a muchas personas, pero en todo caso común a mí misma. Tantas veces dándome permisos, y tantas veces quitándomelos. Te imagino y me imagino en esa parada de cada día, sintiendo, escuchando lo que dicen los espacios, las gentes, para poder decidir sin continúo o me quedo un rato más… quizá una vida más, y esa sensación me llena de una emoción ambivalente de tristeza y de alegría; de expansión y de encogimiento de vísceras…
Tengo que, quiero que, mis sueños se vayan dibujando una vez más de manera bien perfilada para poder perseguirlos sin dudas y sobre todo, sin miedos.
Siento que las dudas y los miedos siempre viajan conmigo. Ésa es una dé las cosas que me recuerda que estoy viva. Y también que sigo en aprendizaje.
La clave creo que está en lograr caminar con ellos dé la mano sin que lleguen a bloquear mí paso. That’s the question.
A veces no pensar demasiado es la solución. Otras dejarme sentir lo suficiente.
A veces lo consigo más y otras no tanto. En cualquier caso el tema es seguir prácticando 🙂
Gracias, guapa, por compartir tus sentires.
Abrazo caracol 😉