Hoy es un día que si tuviera que calificarlo de algún modo lo haría de mágico, emocionante (de emoción), desbordante del corazón.
Abro los ojos para ver, y observo que lo que vivo se alinea con mis deseos. Me emociona sentirme una con lo que vivo. Con lo que me rodea y con los que me rodean. Supongo que siempre he buscado que la vida se diera de este modo y tal vez ése era el ajuste que había de hacer: no buscar, sino abrir los ojos para ver lo que ya está ahí. Mantenerme en movimiento hacia lo que deseo alcanzar. Dejar de buscar. Dejar de esperar. Mantenerme en movimiento incluso en ausencia de viento a favor.
A veces me da la sensación de que deja de soplar el aire. También ocurre en el mar. Y el agua se mantiene fluido. Con movimientos que apenas parecen conducir al desplazamiento y sin embargo, se mantiene fluida. Cuando sopla el viento aprovecha para moverse. Para desplazarse incluso. Y justo lo hace en ese momento. Ni antes ni después. Manteniendo la atención, el mar mantiene la posibilidad de moverse en el momento justo.
Hoy es un día que calificaría de mágico porque observo cuan relacionado está lo que vivo. Emocionante por darme cuenta de que lo que ocurre a mi alrededor y tiene que ver conmigo no es cualquier movimiento, sino que son movimientos que me acompañan en el camino hacia mis sueños.
“Mantener y crecer el hacer en relación al ser”. Ése fue el deseo. Seguir caminando en el hacer, bien cerca de lo que soy, de lo que siento. Y justo eso es lo que observo 🙂
Me parece entender que la sincronicidad de la que hablé alguna otra vez en este espacio, no ocurre porque sí. Ocurre porque me sitúo para que así se den las cosas. Porque me sitúo observando y colocándome en sintonía con lo sutil que me habla cuando estoy en el camino de mis deseos. Y es que la sutileza de la vida también me habla cuando me empeño en sacar mis pasos del camino de mis sueños. Cuando me paro y me dejo embriagar por los miedos y las dudas. Cuando me bloqueo y no avanzo. Pero, ¿levanto la mirada más allá de esa parálisis para ver que existe otro sendero o me quedo ahí?. La respuesta a esta pregunta entiendo ahora que es la clave para moverme y construir la vida que quiero construir. Para contribuir a acercar lo máximo posible mi movimiento a lo que deseo. Ahora también entiendo que aquello que surge para despistarme (fuera y dentro de mí) aparece en el camino porque hay algo que he de aprender, porque es importante que recuerde la importancia de saber adaptarme, de repensarme, de rehacerme.
La vida es una continua elección. Yo elegí salir de la desconexión (que identifiqué como elemento de despiste y que ya me había enseñado lo que tenía que enseñarme), para crecer en la conexión del hacer con lo que soy (conexión que me hace vibrar sintiendo que es el camino que tiene sentido para mí). Eso supone aprender a saltar aún sin saber qué hay exactamente al otro lado de lo que conozco. De lo que me resulta cómodo. De mi zona de confort…
O no. Tal vez no supone saltar a lo completamente desconocido. Hoy me dí cuenta de que si abro los ojos para ver, lo que vivo me va diciendo si está en sintonía con mis deseos. Es cuestión de escuchar. No sólo con los oídos. Escuchar con los seis sentidos para captar las sutilezas que me susurra la vida.
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