He hecho algunos giros en mi vida. Y uno de los más … ¿»atrevidos»? ha sido salir de un trabajo por el que llegó un momento en que me dí cuenta que no sentía pasión.
Hasta ahora no me he arrepentido de pasar aquella página y saltar a la zona de lo desconocido o por descubrir, pero he hecho algunas reflexiones sobre qué puntos no supe considerar viviendo mi vida anterior en el mundo ideal de la academia y que, tal vez, o no, me hubieran llevado a tomar otro tipo de rumbo como por ejemplo quedarme donde estaba o reinventarme allí mismo sin sentir la necesidad imperiosa de salir para empezar en un nuevo lugar.
Aprender a ver en la labor que una desarrolla (a nivel laboral, me refiero) algún tipo de sentido, sea el que sea pero que tenga el suficiente peso como para valorarla, me parece fundamental para que se tome la decisión de seguir caminando el mismo camino.
Tengo amigos que tienen trabajos que no les apasionan, que sienten que no llenan sus vidas, pero que han logrado ver en ellos, por ejemplo, un medio para lograr desarrollar otras facetas que de otro modo no podrían desarrollar. También es posible que se encuentre en el trabajo el aliciente y el espacio para ir creando y dando forma a algo que poco a poco se vaya pareciendo a lo que una desea de su espacio laboral. Claro que para que esto sea posible creo que es necesario que se den unas condiciones para poder dar forma a algo que, en principio puede no llamarnos la atención, y sin embargo podamos ir transfigurándolo en otra cosa con lo que nos sintamos más cómodas. Estas condiciones pueden ser un jefe que nos permita ser creativos, unas normas laxas que no nos constriñan en los modos de hacer o en los objetivos a alcanzar y, por supuesto, una fortaleza y confianza en una misma que nos haga creer que somos capaces de modelar lo que queremos para nosotras.
Si ésas, u otras condiciones, se dan y nos permiten ir creando nuestro espacio de trabajo tal y como deseamos que sea, no es necesario sentir pasión por lo que se tiene entre manos, porque ese interés y/o curiosidad se irá despertando y nos mantendrá con ganas de seguir conectadas a lo que hacemos.
Pero ¿qué ocurre si sentimos que no tenemos la posibilidad de dar forma a la arcilla que tenemos o pensamos que no somos capaces de moldearla?
Entonces sucede que podemos decidir dejarla y tomar otra por la que nos sintamos más atraídas. Esto es lo que hice yo.
Para mí ambas opciones son válidas.
Tal vez una menos arriesgada que otra. Tal vez otra más drástica que una. Pero ambas implican valorar un montón de cosas y requieren valentía para emprenderse. Y seguramente ambas podrán acercarnos un poco más a sentir pasión por lo que hacemos.
No creo que la pasión exista ahí para que la pueda coger. Me parece más bien que la pasión la he de construir. Yo he de aportar para que algo me despierte el gusanillo de la pasión. Tal vez existan indicios o señales que me indiquen que ciertas dedicaciones (ahora que hablamos del trabajo), lugares o personas me apasionan, pero tal vez sólo sea una especie de flechazo a primera vista. La pasión sostenible, pienso que la he de construir.
Desde hace un año estoy en otro lugar. Me dedico a algo muy distinto de lo que estuve haciendo durante casi la mitad de mi vida. No tengo idea de si lo que hago ahora es exactamente lo que quiero para mí, pero ahora sí puedo decir que, por ejemplo, no me genera contradicciones internas, que me siento parte de lo que hago, que puedo soñar un horizonte que me atrae aunque no tenga la certeza, por ahora, de si lo lograré alcanzar y sobre todo siento que es algo que está mucho más cerca de ser un espacio que pone en el centro a las personas respecto al lugar en el que estaba antes. Cuando me doy cuenta de todo esto, pienso que tal vez ahora estoy más cerca. Que con la arcilla que tengo entre manos hoy, estoy moldeando una figura que me atrae.
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Nota: esta entrada ha venido motivada por algunas reflexiones a partir de conversaciones con mi equipo de trabajo actual, y por la lectura de un artículo que os invito a leer: http://ctxt.es/es/20170201/Politica/10638/Miya-Tokumitsu-debate-trabajo-felicidad-entrevista.htm#.WJcQIhujiYs.gmail
Gracias, Josetxu, por la recomendación 🙂
Hola de nuevo María… 🙂
Creo que todxs tenemos etapas en nuestra vida, donde dejamos que la «inclinación natural» del día a día esté dominando a «nuestra voluntad»…. lo que nos convierte en maravillosos seres pasionales… (y a menudo algo animales)
Mirad en este texto que lo describen bastante bien : Haced vibrar en el individuo la cuerda de la pasión que mejor corresponda a su disposición actual, y veréis como poco a poco las cuerdas de las demás pasiones vibrarán al unísono, y el instrumento entero se pondrá en el diapasón conveniente. Entonces se producirá la armonía, que es la vida misma, porque la vida no es el silencio..!!
Y si me permites una aportación…. ¿cómo ves si a esa arcilla que tan estupendamente estás construyendo, la vamos moldeando con todo el cariño y le ponemos de nombre Carácter…?
Creo que con ese tesoro en nuestras manos, podremos ir modelando nuestro carácter de tal manera que sea el fruto de esa «nuestra voluntad»….
Podríamos ir creciendo como seres pasionales que somos, pero con la ilusión de forjar ese carácter con el que tenemos que trabajar día a día….
Hola compañero bioenergético 🙂
Gracias por tu aportación.
La verdad es que el carácter nos marca en cierto modo. Y trabajar para moldearlo, o al menos para conocerlo bien y entrar o salir de él (como si se tratar del caparazón de una tortuga que pudiéramos quitarnos y ponernos a cierta voluntad (¿te acuerdas de esta imagen?) sería estupendo). En cierto modo, nuestro carácter* es el que es, pero creo que si tomamos conciencia de él es cuando podemos ir dándole forma al menos en parte. Habrá otra parte que habremos de aceptar y cogerla de la mano sabiendo que caminaremos con ella en nuestro sendero de la vida.
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* Alexander Lowen define el carácter como «la expresión unitaria del funcionamiento de la persona, tanto a nivel psíquico como somático y relacional. Es la actitud fundamental con la que nos enfrentamos a la vida. El carácter representa un modelo de comportamiento o una tendencia habitual, un modo de respuesta fijo, congelado o estructurado que llega a convertirse en la “segunda naturaleza” de la persona». Fuente: http://www.amab.es/que-es-el-analisis-bioenergetico/
De Neruda («Quien muere»)
…/…
Muere lentamente
quien evita una pasión,
quien prefiere el negro sobre blanco
y los puntos sobre las «íes» a un remolino de emociones,
justamente las que rescatan el brillo de los ojos,
sonrisas de los bostezos,
corazones a los tropiezos y sentimientos.
Muere lentamente
quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo,
quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño,
quien no se permite por lo menos una vez en la vida,
huir de los consejos sensatos.
…/…
Muere lentamente
quien evita una pasión…
Qué hermoso, Roc.
Neruda es uno de mis poetas favoritos 🙂
Gracias por compartir, compañero biodancero.