Estoy cerrando una casa y abriendo otra. Ambos procesos están siendo muy intensos para mí.
En el primer caso, porque con cada objeto y rincón, desfilan un sinfín de momentos vividos durante los diez años que he habitado este lugar. El reto de organizar la casa* (que está siendo por partida doble también) me está sirviendo para respetar momentos que elijo dedicar con atención plena a la tarea de revisar todo lo que me ha acompañado durante este tiempo, y reflexionar qué elijo que siga acompañándome en otro lugar y qué dejo ir porque reconozco que ya no me aporta valor. Para algunas cosas está siendo fácil. Es el caso por ejemplo de los apuntes y otros materiales vinculados a mi etapa en la universidad como estudiante y como trabajadora. Los he revisado cuidadosamente. Y he sentido que me reafirmo en mi decisión de que este mundo ya no va conmigo. Que ahora mi senda es otra. Me regala una sonrisa 🙂 Me gusta sentir que sigo fuerte en la decisión que un día tomé, hace ya tres años y medio, de saltar de una zona de confort porque escuché que no me hacía feliz.
Para algunas otras cosas, no está siendo tan sencillo el proceso. Descubro aquí el apego que tengo por ellas por encontrarles un vínculo particular con ciertos momentos de mi vida o ciertas personas que han sido o son importantes para mí. Hablo de libros, de objetos de decoración (que aunque tengo pocos, algunos tengo) e incluso de cosas que me escribieron o que yo escribí.
A pesar de que la casa de la que salgo es pequeña (47 metros cuadrados) y de que la vida nómada que he escogido en los últimos cuatro años me han ayudado a sentirme más cómoda con pocas cosas, aún descubro que tenía un montón y este reto me está ayudando a poner atención en lo que realmente me aporta valor AHORA. La frase que tanto me gusta de “¿tengo una “relación” viva con esto en el momento presente?” me acompaña siempre que me dispongo a revisar algo. Me ayuda a poner el foco en contestarla desde un punto de vista objetivo y a elegir si se queda conmigo o lo dejo ir agradeciendo su compañía hasta ahora.
Es tremendo porque esta claridad que logro para elegir sobre los objetos de mi casa, está empezando a tocar a la puerta de lo que me ocupa. Empieza a visitarme la misma pregunta para tratar de buscar una respuesta a si estoy haciendo lo que verdaderamente quiero hacer, si me implico en lo que realmente quiero implicarme, si dedico mi tiempo (que es finito, por cierto, como el de cualquier vida) a lo que elijo dedicárselo sintiéndome libre para hacerlo y contenta con mi elección e incluso si me alimento de la manera que quiero hacerlo o si me dejo llevar por las circunstancias.
Cambiar de casa es algo bonito. Siempre que lo he hecho, ha sido porque había algo que me motivaba a hacerlo. Porque me gustaba más la casa. Porque me aportaba algún tipo de comodidad… Ahora también es así. El cambio me aporta cercanía al lugar en el que trabajo actualmente, me conecta con un lugar más sano y tranquilo por estar emplazada en el medio rural y más inspirador porque la naturaleza es una potente musa para mí.
Sin embargo me está costando mucho avanzar en el proceso de cierre, y, por tanto, el de apertura se ve resentido también. Y esto me lleva a preguntarme: ¿qué resistencia me visita? Y nuevamente dejar la zona de confort es la respuesta. El lugar que dejo me es familiar. Me muevo con facilidad en él. Tengo cerca a toda la gente que es importante para mí. Y sobre todo, moverme a otro lugar, implica elegir. Y eso es siempre incómodo. Porque me hace cuestionarme y cuestionar lo que me acompaña. A lo que elijo entornarle la puerta y a lo que se la abro…
Me considero una persona a la que no le resulta excesivamente traumático cambiar, y sin embargo, cuando hago movimientos como el que ahora estoy haciendo, descubro que soy más rígida de lo que yo creo en el sentido de que me resisto al cambio que yo misma elijo hacer en mi vida.
Estoy contenta de estar experimentando este proceso. Siento que no me es indiferente. Que mueve incomodidades dentro de mí y que, precisamente por eso, me llevará a pulir un poquito más el sentido de lo que vivo.
______________
*Reto «ordena tu casa, ordena tu vida» de Sencillez Plena
Qué identificada me siento en relación a elegir, y sobretodo desde donde elegimos.
Un fuerte abrazo y a disfrutar de la magia de la vida, porque los momentos son maravillosos cuando se viven desde el ser.
Un abrazo,
Bea.
Sí, a veces no es tan importante lo que elegimos, sino desde dónde lo hacemos. Yo siento que es ese lugar el marca la diferencia del resultado.
Ahí te mando un abrazo que viaja hacia las antípodas para tí (gracias por dejarte sentir tan cerca!!) 😉
Cuando leo reflexiones como las que tu acabas de compartir, me doy cuenta de lo que nos une a todos los seres humanos: la vivencia del vivir.
Gracias por poner palabras a lo que sentimos y no siempre expresamos tan clara y emotivamente como tu eres capaz de hacerlo.
Me reconozco y me encuentro a través de tus narraciones. y me encanta…
No estás sola, no estoy sola. No estamos solas.
un abrazo íntimo de corazón biodanzaro
Te siento cerca. Siento cerca al círculo biodancero.
Otro abrazo para tí, preciosa
Me gustará mucho saber que has conseguido lo que buscabas con este cambio
Andando y viendo… Iremos viendo si estoy más cerca de lo que quiero para mí. Yo así lo siento 🙂
Thank you. It’s a pleasure to share outside the inside feelings 😉