Darse permiso para sentir.
Intelectualizar, pasar todo o casi todo por el filtro de la mente, despega del sentir y, por ende, del ejercicio automático que haría el propio ser de preguntarse a sí mismo y escuchar su propia respuesta a la pregunta de si lo que le está llevando a sentir tal o cual cosa, lo vive como alineado con el centro, con el propósito (aunque sea inconsciente) de vida.
Creo que en la práctica, casi todos los seres humanos, nos estamos preguntando todo el tiempo qué hacer, qué decidir, por dónde ir, cómo llevar a cabo, en qué momento y con quién, entre otras cuestiones.
Llevar todo lo que nos preguntamos a la mente debe provocar un atasco de tráfico impresionante
(Firmado: una experta en la materia).
Esto lleva a tener una sensación de embotamiento. Y, a continuación, a la pérdida de claridad a la hora de implementar, de poner acción.
El cerebro no puede procesar tan rápido tanta información que pide ser resuelta si llega al centro de mando tan a menudo. No es operativo. Ahí es cuando se produce el bloqueo. Cuando siento que debemos perder capacidad de discernimiento fluido cuando algo realmente clave pide ser procesado con urgencia.
¿Resultado?: parálisis. Sobrecarga en la red.
Me da la ligera sensación de que pasar nuestras vivencias por el tamiz de nuestro sentir es mucho más operativo, digámoslo así.
El proceso de «pasar por el cuerpo» lo que vivimos, desencadena una respuesta inmediata. No requiere elaborar ni poner en práctica ninguna receta de alta cocina. Es algo así como un proceso de «acción-reacción».
«Vivo-siento». No hay un espacio temporal dilatado entre ambas acciones. Vivir y sentir.
El corazón no requiere establecer grandes estudios comparativos, diagnósticos excesivamente elaborados o trabajos de investigación profundos.
Simplemente contesta. El cuerpo responde a lo que vivimos. Encogiéndose o expandiéndose. Con rigidez o soltura. Con tensión o sonrisa.
Y no se espera varios días a erizar el vello, encoger el estómago o sentir hormigueo. Lo hace en el instante justo de la vivencia. Ni antes, ni después.
Tremenda economía de actuación y tremenda información instantánea la que nos brinda si prestamos atención. También si nos entrenamos en la escucha profunda. En la conexión con nuestra intuición.
La vida no requiere nada más.
Únicamente pide ser sentida.
Lo demás, me lleva a separarme de la vida misma «en tiempo real» y, para colmo, se refleja en incoherencia y pérdida de energía.
¿A qué esperamos para vivir ahora?
Y tú, ¿escuchas a tu cuerpo para decidir desde ahí?
Encantada de leer tu parecer en el hilo de comentarios aquí abajo
Siento luego existo,no solo existo,sentir es la capacidad de interctuar con tu entorno con mas capacidad y empatia,pero debemos ser realistas con nuestro humani entorno donde la filosofia del sentir no esta de moda y la moda es» tanto tienes,tanto vales»y si encima eres agraciado mejor;de esa forma vemos todos los dias actores y cine de baja calidad donde el sentir es menospreciado y la superficial es mas importante q el mensaje.
Para mi siempre sera;
Tanto sientes tanto vales
Cada persona se da permiso para sentir en cada momento de su vida hasta donde es capaz de hacerlo. Y está bien.
Siento (luego existo 🙂 ) que lo importante es alcanzar a reconocer todo lo que nos mueve el hecho de sentir. A partir de ahí, cada cual gestiona ese movimiento de la mejor manera en cada momento.
Un abrazo, Gerardo.