Todos los encuentros que nos trae la vida, son oportunidades para vernos.
Con cada uno de ellos, viaja la posibilidad de confirmar aquello que ya sabemos que nos lleva a vibrar en el sentido que nos aporta coherencia y bienestar.
También de mirar aquello que se nos resiste (o a lo que nos resistimos) y que aparecerá una y otra vez mientras continuemos mirando hacia otro lado. Aparece y vuelve a aparecer porque trae la evidencia de lo que necesitamos aprender y transitar.
Los encuentros traen consigo un regalo bajo el brazo: la oportunidad de desapegarnos de lo que nos empeñamos en retener, cuando es más que evidente que no nos aporta valor o ya no va con nosotras en este momento vital.
Cada encuentro con otro ser humano despierta pasiones, emociones.
Dispara aletas.
Mueve en lo inesperado, en aquello que parecía sanado y todavía sangra.
También saca a colación aquello que nos engrandece y no reconocemos en un ejercicio de falsa humildad.
Cada encuentro, casual o fortuito, trae de la mano una reacción en cadena, química y alquímica, entre dos (o más) elementos físicos y energéticos.
Siento que uno de los desafíos vitales más interesantes es abrirnos a estar en relación.
Estar en relación implica «estar», y estarlo de manera presente y consciente, como para poder ver realmente qué se desencadena (hacia afuera, pero sobre todo hacia dentro) a raíz de la interacción.
Relacionarse conlleva emprender un paso más allá del mero hecho de estar.
Conlleva implicarse.
Escuchar. Y hacerlo en profundidad, lejos de la superficie, entrando a una distancia tal en la que la luz comienza a desaparecer. Para abrir la puerta a que se pongan en juego nuestra confianza y nuestros temores. Nuestra seguridad y las dudas e incertidumbres.
Relacionarse implica llegar a ese punto en el que todos estos componentes actúan en la misma escena.
No tiene importancia el lugar en el que se encuentra ese punto.
Será más acá o más allá. Más cerca o más lejos.
Será el que quiera ser y necesite ser.
En cualquier caso, permitirá leer aprendizajes y esto es lo que me lleva a darme cuenta de lo valioso del encuentro en sí mismo.
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Foto: Yananova (En: Unsplash)
Heidi
Te superas con cada escrito. Me encanta leerte.
María
Las personas que estáis a ese lado (que es el mismo, en realidad), y le dais impulso al bolígrafo sobre el papel 🙂
Este es el verdadero secreto de continuar caminando y creciendo a vuestro lado.
Gracias por compartir este viaje a bordo del papel.
Abrazo grandote.
Eva
Abrazos grandes, grandes, «promotora de encuentros» 🙂
María
Te mando otros tantos de vuelta 😀
Bonito compartir el caminar.