Parece que lo que hace más ruido,
es casi lo único que existe.
… celebro mantenerme despierta.
Puede que me esté haciendo mayor.
Algunas personas opinan que me estoy haciendo pasota, o que me dejan de importar ciertas cosas que consideran de importancia capital. Las respeto.
Yo me digo a mí misma que, a medida que pasa el tiempo, aprendo a identificar con más facilidad en qué quiero enfocar mi punto de mira.
Bebo de muchas fuentes al caminar. De hecho, me encanta probar el agua de todos los manantiales que me encuentro al paso. Y también de aquellos que descubro por casualidad. Pero no me detengo en todos el mismo tiempo.
Únicamente visito con mayor frecuencia y me paro a descansar en los lugares que me aportan más allá del frescor del agua que mana de ellos.
En estos tiempos en los que el innombrable [1] campa a sus anchas, favorecido por el viento que hincha sus velas avivado por cuantos hablan de él día y noche, por cuantos escriben sobre él en todos lados, por cuantos medios y redes sociales se despliegan para ponerse a su servicio,
me salgo del circuito,
bajo de la rueda de la rata
y me regalo la oportunidad de surcar otro mar.
No, no me declaro ajena a lo que está pasando y centra la atención de una buena parte del mundo.
También soy de carne y hueso. Y precisamente por eso, porque la parte de mi ser que es humano necesita nutrirse y no tanto languidecer, hoy salgo fuera de la burbuja para tener otra mirada, hablar de otra cosa y escuchar otras historias.
Echo un vistazo a las noticias cada día. Para estar al corriente. Y trato de no quedarme enroscada en el bucle de información interminable.
Hay cosas que no puedo ni quiero controlar.
Por esta razón, hoy salgo físicamente a caminar y encuentro un sinfín de motivos que, quizá no relucen con tanta intensidad, y no lo hacen sencillamente porque no se les pone altavoz. Porque, ahora que les acerco el micro, escucho su voz alta y clara.
Se llaman petirrojo, carbonero, verdecillo y mito.
Se llama viento entre alcornoques. Que se enreda entre los helechos, el romero, el brezo y las jaras en flor. El mismo viento que peina el musgo sobre las piedras.
Se llama silencio. Y este, como los anteriores, también habla claro y conciso. Al grano. Sin rodeos.
Tal vez hay cosas que no relucen con tanta intensidad como lo que hace más ruido o luce más vistoso. Pero brillan tanto o más que la luz más cegadora.
La diferencia es que lo hace en otro registro.
¿Hacia dónde orientamos la antena y para captar qué frecuecia?
Ayer no salí físicamente. Como tal vez ocurra mañana. O no… Cada día es diferente. Acerqué igualmente el micrófono, y escuché la voz del aire cómo entraba y salía de mi cuerpo. El crepitar de los pensamientos. El descanso y la sonrisa de los párpados cerrados al calor del sol que entraba por la ventana.
Es curioso porque son imágenes, voces e historias que siempre están ahí. Aquí. En todas partes.
Agradezco la presencia del innombrable porque me lleva, en uno de mis impulsos de rebeldía, a redescubrir y nadar en los oasis de calma.
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¿Y a ti,
dónde te lleva esta situación?
¿Desde dónde eliges vivirla?
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[1] Y digo bien: innombrable. No por nada. Sino porque considero que ya se le nombra bastante. Este espacio, en este lugar, hoy lo quiero a dedicar a otros motivos. A los que no hacen tanto ruido. Los que quizá no lucen con tanta intensidad pero personalmente encuentro que son mucho más atractivos y, como colofón, no me quitan el sueño sino que me invitan a soñar.
Fantastico lo que has escrito Maria, que maravillosa reflexion, que comparto totalmente
Resonamos juntas 🙂 Un abrazo, amiga
Buenísimo María, tal cual! Excelentes palabras!! Gracias por escribir tan bello!
Gracias a vos por seguirme de cerca, Vale.
Un abrazo en la distancia, a ese lado de este mismo océano 🙂
Precioso escrito María, me ha encantado tu reflexión y tu forma de decirla. Un abrazo!
Tiempos de parada, buenos tiempos para reflexionar y poner en valor todo lo bueno que nos trae este descanso obligado.
Un abrazo
Me encanta. Gracias.
🙂
Desde mi ventana urbana veo como se desperezan las palmera, los gorriones están en cuarentena o yo no los veo, me falta vida en la calle, y sin embargo me encanta el silencio, la lluvia mansa de ayer,magnifica lluvia,que nos trae un sol nuevo, gracias Maria por llevarnos por tu paseo virtual. gracias por tanto.
Sí, Jose. Los pajarillos, la lluvia, el silencio, el sol… Elementos ubícuos allá donde estemos.
Un abrazo, compinche de cuaderno 🙂
Cuánta paz me ha dado leerte, María. Gracias por compartir este paseo de silencio y de micrófono atentos. Por plasmar lo que sí reluce.
🙂 Qué bonito tejer juntas, Pilar. Con las agujas con las que mejor sabemos hacerlo: las palabras escritas.
Un lujazo caminar juntas y escuchar tus pasos. Me inspiran.
Un abrazo grandote.