Le puse nombre con el tiempo.
Escritura Intuitiva.
Es el apellido que siento que mejor la define tal y como la considero en Lápiz, Papel y Tierra.
En el fondo, implica sentarse delante de la hoja en blanco, asirse a la herramienta de escritura, y soltar el pensamiento para que sea la intuición, lo que navega dentro nuestro, lo que guíe la tinta sobre el papel. Las historias que surjan serán producto de lo que nos vive por dentro.
No hay nada más. Nuestra historia y nosotros. En el medio, sólo el papel y la tinta. A nuestro servicio.
Comparto desde mi propia vivencia con el ánimo de que otras personas conozcan el poder sanador que encuentro que tienen las palabras escritas. Para mirar el mundo y, sobre todo, para mirarse a una misma. Para entender y entenderse. Para ordenar y darse permiso para sentir.
Otras personas han descubierto la misma magia.
En otros momentos y/o en otros lugares.
Sonrío al darme cuenta de que, en el fondo, todas apuntamos en la misma dirección.
En este espacio desgranamos la esencia de la herramienta, buceamos en sus posibilidades, investigamos sobre lo que significa y cómo actúa.
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