Nunca hasta ese día tomó una forma tan definida.
Ocurrió como siempre ocurren los momentos de lucidez: me desperté después de haber dormido profundamente y todavía era de noche. Un torrente de ideas pidió ser esbozado en un papel.
Encendí la luz, abrí el cuaderno de los sueños que descansa sobre la mesita de noche y empecé a garabatear en él.
Lejos de parecer un montón de palabras inconexas, se fueron dibujando con nitidez y enlazándose unas con otras en un organigrama con todo el sentido del mundo.
Cuando acabé de escribir, me dí cuenta de que, en realidad, había dibujado una hoja de ruta.
Entonces acudió el nombre del mapa y lo escribí en la parte superior del papel: La mirada de las Letras.
Este es el nombre con el que bauticé mi sueño: un proyecto que nace con la intención de compartir alrededor de la escritura intuitiva como herramienta para el autocuidado, la escucha profunda y para acompañar procesos de revisión interna. Para ordenar ideas y entender. Para traer claridad.
También para despertar lo que yace dormido. Lo que pide brillar. Y sacar a pasear a todo aquello que se resiste a salir a escena o se esconde tímidamente en algún sitio dentro de cada persona.
El espacio «Lápiz, Papel y Tierra» que ahora visitas, quiere ser el altavoz de todo lo que se cuece en La Mirada de las Letras. El sitio en el que comparto lo que voy escribiendo en mis cuadernos. La estantería en la que voy ordenando los contenidos y los pongo a tu disposición.
Un hogar que cuido con mimo. En el que comparto materiales y algunos de los retazos de las sombras y sueños escritos en el cuaderno nómada.
Un sitio en el que pongo a tu disposición herramientas y recursos que considero interesantes con la idea de cultivar el hábito de la escritura intuitiva, y abrir un círculo para aprender con la práctica.
Te invito a visitar el mapa del sitio para conocer con detalle lo que aloja.